domingo, 30 de junio de 2013

La foto del sábado.

Ayer, sábado 29 de junio, celebramos la salida de los sábados prevista para la ocasión.
Entre la epidemia de mixomatosis playera, que acaba de ser declarada, y las liebres convalecientes, (Diego y Pepe Sánchez, a los que deseamos una pronta recuperación) el grupo congregado no llegó a la categoría de pelotón, ni siquiera gracias a la concurrencia de algunos de los miembros asiduos a las carreras y a las bicis flacas que nos honraron con su presencia.
Así que 13 liebres partimos hacia las cuestas de La Flor y pronto Francisco Sánchez besó el suelo por primera vez, sin consecuencias graves. Manolo, que hoy no iba de negro, atacó sin piedad en la rampa más dura para retirarse poco más adelante. Los demás encaminamos la rueda hacia Los Bujes, dejando la pista a la altura de La Jimena, por donde Francisco Sánchez volvió a caer, esta vez sobre la rueda de la bici de Francis, que salió maltrecha.
Rehecho el grupo iniciamos la subida a la Sierra del Buey, de sobra conocida. Almorzando a la sombra de un molino llegaron dos Fuera-Pistas, Marcos y Pedro, que tomaron el relevo a Fracis y Francisco Sánchez pues tomaron la vía de vuelta por donde mismo habíamos subido porque la rueda de Francis había perdido un radio y se volvía excéntrica por momentos. Acabó hecha un ocho, me han dicho.
Cual ganado sin pastor recorrimos los caminos y yermos que ocupan el paraje de La Anchura hasta recorrer su falda por la vía que enlaza con las sendas de la Umbría de La Pava. David se despidió en este punto y más adelante hubo otra avería; Pepe Maestre ahora, cuya flamante bici nueva sufrió un pinchazo que al final le obligó a abandonar la ruta antes de tiempo. Bajamos la pedregosa senda y remontamos el collado de la Hoya del Pozo por otra de las sendas de toda la vida, que se conserva en buen estado porque los antiguos tenían más conocimiento que nosotros a la hora de elegir los sitios por los que pasaban.


Llegamos a la Rambla de Jumilla con la intención de recorrerla por dentro. Pero las lluvias de pasado mes de septiembre provocaron tal crecida de las aguas que allí no se veía huella ninguna para pasar entre la yerba y los cardos. Así que renunciamos y de paso guardamos fuerzas para la parte final.
De camino a Los Castillarejos Marcos nos deleitó con una exhibición de acrobacias circenses en el talud de un pantano que amenizó la monotonía del llano. Pronto el camino empezó a picar hacia arriba. Cruzamos bajo la circunvalación y seguimos el sendero, cada vez más duro, que conduce a la encrucijada en la que nos reagrupamos y elegimos el tramo final: la senda central, como siempre llena de escalones rocosos, y de postre la rambla que pasa junto a Urbayecla.
Para Terminar, risas y cañas en La Mesa, en compañía del Presi, que no se quiso perder lo mejor de la mañana.
Nos vemos en la próxima.

No hay comentarios :