domingo, 23 de febrero de 2014

Práctica deportiva en el Medio Natural: la plaga se extiende fuera del extrajero.

El pasado sábado salimos un montón de liebres (entreténgase el lector en contarlas por si mismo) huyendo del frío, de los cazadores y de la intransigencia de nuestro Altiplano. El frío se nos pasó pronto, que, moviendo los pedales, a poco que salga el Sol, se está muy a gustito. A los cazadores los seguíamos oyendo muy de cuando en cuando y de lejos. Ahora creo que se dedican a fusilar gallináceos enamorados delante de un pelotón de escopetas apostadas por lo que las liebres estamos a salvo; de momento. Lo tercero parece que sigue igual y no se tienen noticias de que el enfermo haya experimentado mejoría alguna.
Con viento favorable abandonamos el extranjero al poco de cruzar la Rambla Tomate, camino de las Casas de Menor en la vecina Villena. Terreno llano, cuando no en bajada, cuyas únicas dificultades montañosas son, de momento, los puentes que sobrepasan el tren y la autovía.

Almendros en flor en el paraje de El Sochantre.
A partir de aquella nos vamos adentrando en el Barranco del Puerco, un bello rincón que se abre al sur abrigado de los vientos por el Monte Castellar y el Morrón. En tan privilegiado escondite, la primavera se adelanta. Los almendros, que en nuestra zona se están empezando a abrir, allí son todo un espectáculo ya en todo su esplendor.
Llegando al Collado.
No se si el paisaje tuvo parte de culpa. Parece que algunos íbamos más pendientes de las vistas que del camino. El caso es que antes de que la senda  llegase al Collado del Caldero del Cochino, tuvimos tres averías, dos de ellas tan poco usuales como la rotura de un cable y de una patilla del cambio. Sumado a un pinchazo, todo un récord. Por suerte todo se fue solucionando y, tras almorzar en el alto, en la bajada por senda hacia Cañada todas las bicis estaban en perfecto estado de revisión.
Almuerzo al abrigo de sabinas y enebros.
Al cruzar la carretera nacional nos desviamos por la zona industrial de Cañada en busca de una senda que discurre a las orilla del pueblo, evitando así que las liebres se refugiasen en los bares antes de tiempo. Tras llegar a la ermita empieza la senda que recorre la cresta de la Sierra de la Villa, tan soberbia y espectacular como siempre. Y muy limpia, cuidada y señalizada y transitada. Parece que la plaga de corremontañas, ciclistas y senderistas ha alcanzado ya a la Comunidad Valenciana. Aquí tuvimos otra avería que terminó de alterar el horario. A partir de ese momento, todo fue una contrareloj intentando salvar a toda costa la cerveza final que se veía seriamente peligrar.
Senda de la Sierra de la Villa.
Solucionados los problemas nos adentramos en el cauce del río Vinalopó. Su interminable rambla seca incluye sendas, trialeras, cañones, graveras, arenales, portales, escalones, contrafuertes de fábrica, toboganes, baches y piedras de todos los tamaños, formas y colores. También a tramos, por desgracia, la basura es la protagonista. Las autoridades de la vecina ciudad  pronto caerán en la cuenta de que la causa de esta degradación somos quienes hacemos práctica deportiva en el medio natural y se plantearán restringir el acceso. Así que no perdáis el tiempo y aprovechad ahora, que todavía está abierto, para recorrer en bici el cauce seco del Vinalopó porque vais a disfrutar lo que no os podéis imaginar.
Satisfechos e inquietos pasamos junto a la estación fantasma del Ave, recordando los acontecimientos acaecidos el año anterior en esta misma ruta. Y en compañía del viento en contra, que había anunciado su presencia con antelación, volvimos a Yecla por el Camino de Sax en una travesía que a casi todos se nos hizo larga, salvo a unos cuantos que se les hizo interminable.

Llegamos a las 1:45 y al final fui el único que se tomó la cerveza en el Pasito. El próximo sábado, habrá que tomarse dos.

Si Dios o las autoridades no lo remedian, la plaga de gente haciendo práctica deportiva en el Medio Natural alcanzará una dimensión tan descomunal que ya no habrá quien la controle. Si esto sigue así, no dejarán de cerrar bares. La desaparición del Cazadores es solo el comienzo. Los fabricantes de naipes y fichas de dominó tendrán que regular sus plantillas. Las instalaciones deportivas municipales quedarán en desuso por falta de demanda, con graves consecuencias para el personal que las atiende y las empresas que las mantienen. Se mire como se mire, una actividad en la que la gente lo pasa tan bien sin gastarse una perra no se puede consentir... (umm a ver si va a resultar que éste el verdadero problema...)

Datos finales de la ruta:
Al final, 84 km, 900 m de ascensión y un IBP de 82 sobre el track grabado.

Aquí el track planificado, válido al 100%.

1 comentario :

Diego dijo...

Éste de la salida del sábado es un recorrido duro, ahora ya objetivamente. Este año no tuvimos ciclogénesis explosiva como el pasado, pero llegamos a Yecla, igualmente, con “la gamba di legno”, como llaman los italianos al dolor de piernas, que en mi caso me acompañaría el resto del día.
Una lástima que por las averías llegásemos tan tarde y no pudiésemos disfrutar de la gloriosa cerveza final, ya que se ponían en riesgo muchos “bono-bicis”, que hay que cuidar, pues la temporada es muy larga.
En fin otra salida más de sufrimiento gozoso.