En esta tarde de sábado todo son sensaciones agradables. Escuchando a Haendel al calor de la lumbre me viene a cada momento un regusto de la ruta de esta mañana .
Puntuales como pocas veces, 12 bikers, liebres y de otras especies, hemos empezado a sacudirnos el frío mañanero por la Vía Verde en dirección a Las Virtudes. El ritmo vivo se ha ahogado en gran parte, pasado el apeadero de Las Moratillas, entre bunkers de arena húmeda y ahuecada por las heladas nocturnas de las últimas semanas. Arena, y también grava, de la que hemos disfrutado esta mañana más que en una playa.
El llaneo ha seguido por el borde de la Acequia del Rey, cruzándonos con el primero de los numerosos grupos ciclistas con los que íbamos a coincidir esta mañana y, al cruzar una carretera, Manolo ha emprendido la vuelta para atender sus numerosas obligaciones.
Tras cruzar el tren y la autovía las antenas de Peñarrubia nos desafían. Pero no hemos ido allí buscando guerra sino diversión y pronto el camino empieza a empinarse y las liebres a sudar. Sucede una corta bajada y nos vemos obligados a recorrer una rambla, arenosa y difícil de seguir, para no pasar por la casa y la ciénaga de un ogro con acento villenero que vive allí y que se parece a Shreck más en el físico que en el carácter.
Tras reagrupar la desperdigada manada empieza el disfrute de verdad con la senda que recorrer la umbría. El primer tramo requiere fuerza y destreza, aunque tampoco en exceso. Le sigue un corto enlace de caminos, sendas y calles fantasmas, con un breve empujing, hasta llegar a una zona de escalada. Allí Diego y Pepe Maestre optan por recortar pasando el collado por el PR que lo voltea. Los restantes nos metemos en la segunda parte de la senda: una auténtica orgía a pedales. Discurre entre los pinos amplia, cómoda, fácil, rápida y limpia como si la hubiesen barrido ayer mismo.
Breve tramo de asfalto y volvemos a caer en la trampa. De arena, claro. Al movedizo camino le sigue otra senda, ahora en subida, que se hace dura de verdad. Cuando no te clavas en la arena te resbalas en los escalones rocosos. La ascensión continúa, ahora más cómoda, por la pista. Entre la densa vegetación y las nubes bajas se atisba a ratos el valle de Vinalopó entre las sierras de San Cristóbal y El Fraile. Impresionantes vistas.
Llegando al collado almorzamos al sol, que ya toca. Vemos lo que nos queda y optamos por abreviar un poco la ruta.
Puntuales como pocas veces, 12 bikers, liebres y de otras especies, hemos empezado a sacudirnos el frío mañanero por la Vía Verde en dirección a Las Virtudes. El ritmo vivo se ha ahogado en gran parte, pasado el apeadero de Las Moratillas, entre bunkers de arena húmeda y ahuecada por las heladas nocturnas de las últimas semanas. Arena, y también grava, de la que hemos disfrutado esta mañana más que en una playa.
El llaneo ha seguido por el borde de la Acequia del Rey, cruzándonos con el primero de los numerosos grupos ciclistas con los que íbamos a coincidir esta mañana y, al cruzar una carretera, Manolo ha emprendido la vuelta para atender sus numerosas obligaciones.
Tras cruzar el tren y la autovía las antenas de Peñarrubia nos desafían. Pero no hemos ido allí buscando guerra sino diversión y pronto el camino empieza a empinarse y las liebres a sudar. Sucede una corta bajada y nos vemos obligados a recorrer una rambla, arenosa y difícil de seguir, para no pasar por la casa y la ciénaga de un ogro con acento villenero que vive allí y que se parece a Shreck más en el físico que en el carácter.
Tras reagrupar la desperdigada manada empieza el disfrute de verdad con la senda que recorrer la umbría. El primer tramo requiere fuerza y destreza, aunque tampoco en exceso. Le sigue un corto enlace de caminos, sendas y calles fantasmas, con un breve empujing, hasta llegar a una zona de escalada. Allí Diego y Pepe Maestre optan por recortar pasando el collado por el PR que lo voltea. Los restantes nos metemos en la segunda parte de la senda: una auténtica orgía a pedales. Discurre entre los pinos amplia, cómoda, fácil, rápida y limpia como si la hubiesen barrido ayer mismo.
Breve tramo de asfalto y volvemos a caer en la trampa. De arena, claro. Al movedizo camino le sigue otra senda, ahora en subida, que se hace dura de verdad. Cuando no te clavas en la arena te resbalas en los escalones rocosos. La ascensión continúa, ahora más cómoda, por la pista. Entre la densa vegetación y las nubes bajas se atisba a ratos el valle de Vinalopó entre las sierras de San Cristóbal y El Fraile. Impresionantes vistas.
Llegando al collado almorzamos al sol, que ya toca. Vemos lo que nos queda y optamos por abreviar un poco la ruta.
Iniciamos la bajada por la pista tomando algún atajo en senda. Enseguida entramos en la Senda de Guti: otra delicia para la afición, aunque no seamos del Madrid. Con lo que a buena hora estamos en la llegada del PR antes mencionado, donde el año pasado fue el almuerzo.
Ansiosos como cuando esperábamos la llegada de los Reyes Magos (antesdeayer), empezamos a bajar en busca de la Rambla de la Torre. Arranca un festival de sendas, estrechos, graveras, toboganes y portales que se prolongan hasta cruzar de nuevo el Vinslopó en Sax, pasados 8 kilómetros de diversión.
A la fuente que la otra vez nos refrescó le ha pasado lo que al Canal Nou: la han cerrado. Y se han llevado hasta el grifo. A saber si quien lo puso lo había cobrado...
Y así, con los bidones en la reserva, ponemos rumbo a Santa Eulalia en busca de la última senda del día, que discurre junto a un cauce cimbrado, y constituyó la guinda que nadie esperaba a una ruta larga y dura pero llena de diversión y totalmente recomendable. El epílogo fue la vuelta por el camino de Sax, pero eso ya se lo conoce todo el mundo.
La cerveza final ha sido épica, aunque no ha habido h....s para meterse al fumadero entoldado del Sambódromo. Espero que a ninguno nos cueste un resfriado.
Hemos echado en falta a demasiadas liebres. Doy por hecho que teníais que coger oliva. No podría creer que los kilómetros y el desnivel (86 y 900) os han acobardado. Si no ha sido así, ya estáis tardando en traer el justificante.
Mañana en la subida, cuidado con la pólvora y con el sol-y-sombra.
3 comentarios :
Veo que lo habéis pasado bien, habéis disfrutado y os habéis metido tralla. Problemas en la máquina y en le piloto me han impedido acompañaros en esta ruta que, ya me perdí la vez anterior y que me he vuelto a perder. Aunque como diría Francis, he podido dar pedales junto a vosotros desde el sillón de mi casa leyendo la mágnifica crónica que nos has regalado.
Pepe y yo una vez cruzado el Collado de la Peñarrubia por la senda PR, nos hemos incorporado al track de vuelta a la altura de la Casa del Puerto, track que ya no hemos abandonado hasta el final. También hemos disfrutado del Barranco del Puerto y de la agotadora Rambla de la Torre, así como de la última senda. En total hemos recorrido 78 Km. para estar a la una menos cuarto en Yecla, y por supuesto tampoco hemos perdonado la cerveza final en la estación de autobuses.
Siento no haber podido asistir a esta nueva versión de la ruta. Ya veo que, pese a los km y el desnivel, no perdonáis la cerveza final (algunos hasta con el casco puesto no se vayan a resfriar).
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