En esta ocasión el despertador no hizo falta, ayer mañana el fortísimo viento acompañado de ráfagas de agua me despertó de mi plácido sueño aún estando por amanecer. Me levanté y pensé que la bicicleta por hoy, debería de esperar, pues estas condiciones atmosféricas semejaban bastante a la ciclogénesis explosiva vivida por muchos de vosotros hace 15 días. Pero al final el agua cesó y decidí salir a ver que pasaba. Ocho locos como yo habían tenido la misma idea y con un tiempo de perros encaminamos nuestras bicicletas hacia la cuesta de la flor, inicio de la programada salida del sábado que debería de culminar en lo alto de la Sierra del Buey. Todo transcurrió bastante bien para ser una mañana bastante infernal en cuanto al viento. La lluvia desapareció por completo pero había dejado algunos caminos con barro suficiente para que se acoplara sin mayor dificultad a nuestras ruedas. Pronto nos deshicimos de él, pero no así del viento que nos acompañó y nos dejó a las faldas del Buey. Subimos (cada cual a su ritmo) y nos vimos empujados de forma prodigiosa y agradecida por el viento que tanto nos había molestado y que tanto nos molestaría más pronto que tarde. Al llegar a la bifurcación que da opción a elegir entre los molinos de la derecha o de la izquierda, se optó por estos últimos y aquí fue donde la "plácida subida" se convirtió en "mortal" necesidad. Teníamos que llegar arriba para poder tomar la senda de todos conocidos, pero el viento decidió no ponérnoslo fácil así que nos sopló de cara y de costado haciendo más difícil el alcanzar la meta que todos deseamos. En esos momentos tres liebres abandonan el grupo (motivos justificadísimos) y los 5 restantes llegamos al molino donde se inicia la senda de bajada y allí al abrigo de un terraplén y con unas magníficas vistas repusimos fuerzas con un ruido amenazante a nuestras espaldas de aspas gigantescas que crujieron en un momento determinado lo que nos movió de inmediato a coger las bicicletas, hacernos la foto y ver como el molino se detenía para evitar que los generadores se dañen por el terrible viento que soplaba y que nos helaba hasta lo más íntimo pese a estar el sol de fuera. Bajamos la senda y enganchamos los 5 la vuelta rápida por el camino de la Anchura, en esta ocasión no merecía la pena seguir intentado hacer más caminos o sendas. Al final en torno a las 12 en Yecla, con unos 47 kilómetros en el cuerpo y con la satisfacción de saber que a una liebre no le frena nada por mucho que se empeñe el frío, el viento o la lluvia.
Esta mañana de domingo también ha habido salida, por cierto bastante numerosa y como objetivo el Arabí. De los, creo que trece, que hemos salido cuatro nos hemos vuelto antes, dos por su compromiso con San Blas y sus panes benditos y otros dos, entre los que me incluyo, por motivos horarios, ya tendremos tiempo de volver tarde la semana próxima con el almuerzo en Ontur y a la siguiente con la tan esperada salida hacia los bunkers de la Guerra Civil Española en Almansa. Hasta entonces feliz semana.
2 comentarios :
Ha sido un fin de semana nefasto para este nuestro negocio de la bici. Pero como bien dice Diego, las liebres del altiplano, no temen al frío siberiano. A lo que añadiría, que tampoco temen al viento huracanado. Al final, como siempre, me queda el dolor de piernas que me durará hasta el jueves, por lo menos.
La de ayer no sé como se daría, pero la salida de hoy ha sido muy bonita, con explicaciones variopintas de los petroglifos del Arabilejo donde hemos almorzado. La vuelta por zonas poco transitadas para los que no somos nocturnos y como colofón subida al depósito del cerrico de la fuente. A mi se me ha olvidao el viento que hacía.
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