sábado, 21 de mayo de 2016

Por el mal camino...

Hoy es el día en el que se nos echó el calor encima; tiempo de salir en bici con menos ropa y con más agua. Por aquí las cosas del tiempo pasan así: de un día para otro.
De corto y embadurnados de crema solar, quince Liebres partíamos desde Los Leones en dirección al Calderoncillo. A este paraje, en los confines de Jumilla y casi metido en Fuente Álamo, se puede llegar por varias vías: por Las Gateras y la Casa Serrano, con su molineta, por las Espernalas y los Cerrillares, o por la Casa Marta y las Leoncias. Ésta última es nuestra favorita. Ahora sabrás porqué.
La Maneta, la Vereda y las Moratillas son el prólogo de esta ruta que antes de llegar al Pulpillo abandona el camino por la izquierda para bajar, cruzar la Cañada y tomar dirección a la casa de Don Lucio esquivando los repechos del Collado de las Moratillas y el asfaltado Camino de Madrid.

Las lomas entre la Casa Marta y la Hoya Muñoz son un trecho agradable de recorrer con el frescor de la mañana. Enseguida se llega al Cuadrado y se cruza la carretera de Fuente Álamo. Y un poco más adelante, si se hiciese una encuesta, la mayoría no sabría decir dónde está.
Dejamos el camino por la derecha atajando hacia la casa de las Leoncias, a las que no llegamos porque sale a nuestro encuentro lo que posiblemente sea el camino más cojonudamente malo de los contornos: la vereda que va al Calderoncillo, por la que sólo transitamos cabras, ovejas y Liebres. A una corta subida, por un terreno muy abrupto en el que no falta algún que otro escalón, sigue una bajada, suave por la pendiente pero casi intransitable por el mar de piedras que el ganado remueve en su ir y venir. El sitio prefecto para poner a prueba las llantas, los amortiguadores y los empastes.
Almuerzo donde siempre y otra vez nos tiramos al monte. Ahora por viejos caminos y sendas que nadie ha vuelto a arreglar desde que la pana dejó de hacerse con fibras de esparto y los atochares dejaron de ser un valioso recurso económico local.
Camino de los Gavilanes, disfrutamos de un recorrido laberíntico que resultaría imposible de seguir sin GPS, virtual hilo de Ariadna que nos descubre lugares insospechados.

En la Casa de la Beata el personal recupera el sentido de la orientación y seguimos otro camino perdido entre el esparto al que apenas delatan las huellas de las llantas de los carros en la roca caliza.
Los "malos caminos" quedan atrás. Hemos vuelto a la jurisdicción del Chuti y su trajilla municipal. Así que vamos en busca de las sendas.

Terminando la conocida como "de la Beata"  coincidimos con el numeroso y colorido grupo de Las Monsters'bike. Hay que ver la incansable actividad de estas valientes que no paran.
Superamos la tentación de tomar la vía directa y subimos y bajamos Los Gavilanes por donde siempre. En dos semanas repetiremos ese trayecto en el km 70 de nuestra Vuelta al Término.
La Rambla de la Capellanía es el siguiente tramo singular, con una primera parte muy muy técnica y una segunda dominada por la grava que todos menos uno se saltaron en un despiste general. 
Termina la mañana por la Umbría del Factor. Senda dura y técnica que precisa buena forma "cífica" para poderla disfrutar.
Las fotos facilitadas por nuestro reportero gráfico,  Patro y su fotopalo, delatan nuestro final. También para las chicas.
La semana que viene, más y mejores malos caminos. 

1 comentario :

Diego dijo...

Siento habérmela perdido, pero leyendo la magnífica crónica de Juan Ramón, he revivido toda la ruta realizada, gozada y sufrida en otras ocasiones junto con el grupo de Liebres.