ARABÍ, TERRITORIO LIEBRES

Otro sábado más, 13 liebres (buen número)  nos hemos reunido en torno a la Fuente de los Leones para "desafiar" al primer frío de diciembre, de este diciembre nuestro tan yeclano, tan frío y tan gachasmiguero que, sin frío, ya no sería ni diciembre, ni yeclano.

Calmados los fuertes vientos de esta semana, y con el Sol asomando tímidamente ya a primera hora, iniciamos hacia el camino de la Maneta para alcanzar el camino que recorre las Moratillas. Llegados al final de éste, en el Pulpillo, tomamos la Rambla Salada (o rambla del Pulpillo como la conocemos nosotros), entretenida como siempre y ciclable en su totalidad, a pesar de la gran cantidad de sedimentos y rocas que las últimas lluvias han dejado en su lecho, nada que nuestras 29's (y también las 26's) no puedan superar. Ya en la Venta de los Hitos, cruzamos la carretera para acometer la aproximación hacia el Arabí por el pocico de la Buitrera, llegando hasta las pinturas donde tomamos del ramal nuestras monturas para realizar el paso menos ciclable de la jornada: la senda de las escaleras metálicas. Seguimos por la senda hacia la casa del guarda para iniciar la subida al cuerno. En este punto, Rafa se acuerda de que tenía que trabajar y se marcha para el pueblo. Los demás continuamos con la bendita tortura que supone la subida, llena de escalones, piedras sueltas, fuertes desniveles, aunque para muchos, una de las subidas más bonitas que se pueden hacer en BTT por estas tierras. En el desvío hacia el Barranco de los Muertos, Manolo Lidó, Diego y Juan Ramón, toman dicho desvió y continúan por otros caminos. El resto completamos la subida al pilón, donde nos encontramos el bar cerrado y, para colmo, se habían dejado la puerta abierta, con lo que corría una rasca...

Photo Chinchilla, Ltd.

El último bocado al bocadillo ya se lo dimos motados en al bici e iniciando la bajada. El viento y el frío cercano al 0 reinaban en la cumbre. La bajada tan espectacular como siempre, con sus escalones, sus losas de piedra y su divertido zigzagueo que nos planta en un santiamén en el barranco de los Muertos, al que nos dirigimos completando así una bajada que no nos cansamos de realizar. En este punto, enfilamos hacia la bonita y sencilla rambla-senda del Morteruelo. Siguiendo las pistas falderas alcanzamos la Casa Don Lucio y tomamos el desvío hacia la parte norte de las Atalayas por los Pajonares. En este camino, nos encontramos una triste imagen de plásticos y residuos procedentes de una explotación agrícola poco cuidadosa con los impactos ambientales que genera. Las autoridades medio ambientales deberían poner un poco más de atención en que estas cosas no ocurran, y no en perseguir cerrar los accesos a los espacios naturales para los que, cuando vamos al monte, nos esforzamos en que éste quede conforme estaba, y si puede ser, mejor. 

Ya en las Atalayas empezamos a acordarnos de las fuerzas que no nos reservamos en la subida al Arabí, y en su roto camino de la ladera oeste, con sus continuos sube y baja, y su terreno abrupto e incomodo, disfrutamos y sufrimos a partes iguales antes de llegar a la Carrasquilla. Allí enlazamos con el camino que sube al collado del Puerto, que se convierte en la senda que siempre llamamos "del Pocico Lisón". Subida y bajada (que corta se hace la bajada) de la senda, y para completar la jornada, una nueva (para mi y para muchos) rambla de bajada ciclable en su totalidad y muy divertida y entretenida. Se trata de la Rambla del Pozo Lisón o Rambla Tortuga (según Chinchilla) que discurre paralela al camino del Factor por el que apenas circulamos. 

A las 12:10,  una "hora de personas" según Pepe Sánchez,  llegamos a nuestra Yecla con 55 Km en nuestras piernas y con muchos senderos, caminos rotos y ramblas en nuestro haber. Faltó cruzar algún bancal.