domingo, 11 de marzo de 2012

La tercera ... en la frente.

Esta mañana se disputó la sexta prueba del circuito de Albacete en la vecina Caudete. Y, por supuesto, como de otro modo no podía ser, una muy numerosa representación de nuestro club se alistó para la salida. Todos bajo la bandera del equipo Gobik-Kenza-Liebres, menos uno, yo, que me inscribí como liebre solitaria para no bajarles la puntuación media del equipo.
Era mi tercera carrera. José Pascual me lo recordó al recoger el dorsal levantando tres dedos y con su eterna sonrisa. Más de la mitad del recorrido era conocido; casi familiar. La mañana espléndida. La carrera parecía estar bien diseñada, con una subida exigente al principio antes de entrar en complicaciones. Y contando además con una peculiaridad: si normalmente se pasa dos veces bajo el arco de meta (al empezar y al terminar), esta vez deberíamos escuchar por tres veces el pitido que nos indica que se ha detectado nuestro chip.
Colocado en la salida, con media hora de antelación, desenvuelvo y engullo mi arma secreta, un pastelito de "la pantera rosa", que acompaño de un plátano. Paso un rato sin saber qué hacer con los envoltorios. Al final, el plástico va la bolsillo derecho y las peladuras al alcorque de un árbol para que le sirva de abono. Debería pensar la organización que en la salida todos comemos algo y después no sabemos qué hacer con los restos. Pero cualquiera se deja la bici sola para ir a buscar la papelera sabiendo que los enemigos de lo ajeno roban bicis; y debe ser por encargo, ya que las que no son de plástico son tan ligeras que no merece la pena arriesgarse para lo poco que pagan en la chatarrería.
La hora en punto y la masa se mueve; con caída de salida que entorpece la evolución del grupo. Y enfilamos la salida del pueblo para subir los bujes de Caudete, a un ritmo cansino, con demasiados parones por haber más gente que camino. Junto a una cuesta está Javi Ortuño reparando su bici. Mala suerte. Llegando arriba nos espera y anima, cómo no, el gran Pepe del Ramo al que esperamos volver a ver muy pronto con su dorsal puesto dando guerra. Y tras rápida bajada por pista de piedra suelta, la tónica del día, entramos en la Rambla Honda que algunas liebres nos conocemos al dedillo gracias a Andrés, nuestro gran maestro de ceremonias, que nos llevó a recorrerla en un par de ocasiones este invierno. Aprovechando algún fuera de pista intencionado por arenas  sueltas remonto varias posiciones y llego a una zona en la que se transita a buen ritmo y sin paradas.
Dejamos la rambla y llegamos a una zona de toboganes que nos llevan al segundo paso por la línea de meta tras girar una calle en la que noto que la rueda de atrás "flanea". Algo no va bien.

 Ponemos rumbo a La Toconera que va a ser el escenario principal de la marcha. Voy subiendo a buen ritmo y con fuerza, ganando algún puesto, pero al tercer llantazo que noto decido parar a meter aire con la esperanza de que los poros de la cubierta se hayan sellado. Mientras sacudo esa birria de hinchador que llevo saludo a Miguel Cerezo, que no sabía si lo llevaba delante o detrás. Retomo la marcha 50 puestos detrás y empiezo lo que va a ser mi misión del día: remontar en busca del lugar perdido. Me supera Javier Ortuño y me alegro de que haya podido continuar y, según veo, llegando a meta en una meritoria posición a pesar de los problemas. Y justo entrando a la senda de acceso a La Toconera alcanzo a Miguel. Cuando el trazado se complica le pido paso y me lo da. Y me dispongo a disfrutar de mi minuto de gloria en un tramo que conozco como la palma de mi mano.Llegando al alto me dice uno que baja: por la izquierda... me has leído el pensamiento, me digo. Dejo la cola parada a mi derecha y corono el collado por la roca desnuda, aguantando encima de la bici y enfilando los portales que inician el descenso al grito de "PASO, PASO, QUÉ VOYYY". Recupero otros quince puestos de una tacada. Llega un duro ascenso y entramos en otra senda. Siento que no voy en mi sitio porque me hacen parar demasiado. Y vuelvo a notar la rueda blanda. Antes de iniciar la bajada, decido parar y poner una cámara. Me pasan ciento y la madre. Me reincorporo con el vagón de cola. A veces hasta me parece oír la moto. La bajada continúa por otra pista rápida de piedra suelta. Y veo a un chaval tendido al que están atendiendo los sanitarios. Una caída grave de la que espero que se recupere muy pronto. Eso es lo peor. Salir a disfrutar de un día primaveral practicando tu deporte favorito en compañía de tus amigos y acabar en el hospital. Me lo habéis oído decir muchas veces pero lo voy a repetir otra: el verdadero peligro está en la velocidad. Hay que subir con las piernas y bajar con la cabeza. Repito: que te mejores pronto.
Me salto el avituallamiento y al llegar a la ermita me espera mi club de fans: Mónica, Emi, Carmen y Marina. Saludo y tiro para arriba, hacia la piedra agujereada, a la que, siguiendo la ley del ciclista, se subió por el camino más duro y difícil.
Tras monear un rato por La Toconera me veo en el camino de salida antes de lo que esperaba. Y pienso que voy tan atrás que nos van acortando el recorrido para que lleguemos  a Caudete a la hora de comer.
Pero yo sigo a mi ritmo, bastante mejor que el de los que voy encontrando y superando uno tras otro.
Cuando ya creía que todo era cuesta abajo hasta la meta, el camino vuelve a subir y llegamos a la Casa del Estrecho. Esto no me cuadra con la ruta oficial. Al final nos meten en una última senda sorpresa que, con el cansancio acumulado y los corredores por delante que no me permiten progresar, me tomo con calma.
Salimos a la pista y más piedra suelta. Y llegamos al punto en que la ruta se repite. Esto está hecho. Pero al girar a izquierda noto que la bici se va. Paro y veo que he pinchado otra vez: la tercera. Y ya no llevo ni cámara ni ganas. Me ofrecen un furgón para volver y lo tomo. Y sintiéndolo mucho, abandono la carrera. Y el tercer paso por la meta se queda para otra ocasión.
Voy a comprarme unas ruedas de verdad para que esto no me vuelva a pasar.
Enhorabuena a todos los participantes, a tos GKL  en especial, con mención de honor para José Pascual y Gabi por sus "chapas" (se nota la 29, no lo niegues).
Enhorabuena a los caudetanos por su prueba que ha resultado mucho mejor de lo que muchos esperábamos. Aunque me permito dos sugerencias:
1.- En esta época se agradece que la salida esté al sol y no a la sombra; la espera es más agradable.
2.- El cátering fue lamentable: los corredores sacando comida y bebida fuera para que sus novias y esposas, a las que no dejaban entrar,  no se quedasen sin comer.
Eso es todo, amigos.


4 comentarios :

Anónimo dijo...

Excelente cronica, como siempre.


Gustavo.

Anónimo dijo...

Excelente crónica tío, lastima que tuvieras tan mala suerte.

Al menos no será porque no lo intentaste. Seguro que en la próxima va mejor.

Javi

Raul dijo...

La crónica en tu línea, excelente, ya sabes en la próxima a sacarte esta espinita.

Diego dijo...

Juanra, perfecto planteamiento de carrera, tenías fuerza, determinación, estrategia, correcto avituallamiento, pero aparte de suerte, quizás faltó pimentón… (ya sabes).
Felicitarte por tu magnifica progresión desde que volviste al gozoso sufrimiento de la bici, y por deleitarnos con tus estupendas crónicas.