Con 46 km, la de Los Gavilanes, Las Espernalas y El Pozancón es una de las etapas más largas del calendario de nocturnas. Y a la vez una de las que más desnivel acumula, discurriendo por un terreno en el que las subidas de suceden sin descanso y las bajadas pasan en un suspiro.
Hoy, en lugar de jabalíes, han nos han salido al paso los Mochuelos, otra de las diversas especies de la ciclofauna local, que venían haciendo nuestra ruta en sentido contrario. El encuentro ha sido incruento y tras el saludo, ellos han seguido en busca de su olivo. A nosotros todavía nos quedaba un largo rato, casi hasta la media noche, para volver a nuestras precarias camas de Liebre.
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