Anoche, la vuelta por el Colorao fue un continuo ir de aquí para allá. Superando cuestas y regueros por sendas y caminos. Temiendo aparecer desorientados en Jumilla o cualquier otro lugar fuera del extranjero siguiendo los pasos del nuevo guía Miguel. Pero que finalizó felizmente en la pila del agua bendita que siempre reconforta las gargantas de las liebres irritadas por el polvo omnipresente que sobrevuela los caminos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario