sábado, 19 de abril de 2014

LA OTRA COFRADÍA DEL VIERNES SANTO.

Son las siete y cuarto del Viernes Santo, y, según cuentan por la radio, en Sevilla todavía no se han cansado de ir de aquí para allá con todos sus santos a cuestas. Justo a esa hora habíamos quedado Los Liebres para iniciar nuestra particular estación de penitencia. Cada uno sabrá si participa en la ruta por cuáles sean sus pecados o por el simple, y no poco, placer de olvidarse del mundo toda una mañana con la excusa de visitar, entre el aprecio mutuo de los compañeros de ruta por variados paisajes primaverales, el Tolmo de Minateda, el Pitón Volcánico de Cancarix y las Minas de la Celia.
Este año la Penitencia del Viernes Santo con sus 122 km  ha ido un poco más allá de los 110 km del año anterior, que nos supieron a poco. Ha incluido algunas sendas, una de ellas en dura subida hacia el km 64. Y fuera de programa nos hemos topado con un par de caminos labrados que han añadido todavía más dureza a una ruta larga y exigente.
Con diez minutos de retraso fuimos seis, Paco, Jose, Pepe, Óscar, Diego y yo mismo,  los que iniciamos la ruta con señaladas ausencias por distintos motivos. El principio de la ruta, hasta el km 42, coincide con el marathon de verano del año pasado. Consiste en una serie de caminos que en suaves ascensiones y agradables descensos superan uno tras otro varios collados en dirección a Hellín, flanqueados a derecha e izquierda por las sucesivas sierras, Magdalena, Picarios, Gavilanes, Cingla, La Pedrera y Escabezado, que conforman el telón de fondo natural de un paisaje rural dominado por la vid, el olivo y el cereal.

Sierra de Enmedio.
En el km 41 alcanzamos a Manolo y José Antonio que salieron antes que nosotros para hacer el recorrido.
Dejamos la ruta hacia Hellín en un paraje llamado Vilches para atravesar una sierra denominada de Enmedio, muy alejada de la que todos conocemos. El camino empieza otra vez a ascender. Esta vez entre pinos y lomas, aportando una nueva perspectiva, apartada ahora de los terrenos más abiertos que hasta ahora habíamos recorrido. El continuado descenso nos dejará en el interior de una hoya que teñida del verde del cereal podría parecer un valle de montaña más que un hermoso rincón del duro Altiplano. Siguen bonitos caminos en zig zag que nos conducen al Barranco del Pocico de la Rá, por cuya fácil y divertida senda llegamos a la autovía A-30 tras los dos pinchazos consecutivos del compañero que optó por abandonar la ruta y volver por carretera.
Barranco del Pozo de la Rá.
Pasarela de acceso al Parque arqueológico del Tolmo de Minateda.
Así llegamos a nuestro primer destino: el Tolmo de Minateda. Este promontorio fue un asentamiento en un emplazamiento privilegiado. Estuvo poblado desde la Edad del Bronce, (II milenio A.C) hasta mediados del siglo XX. Hoy es un yacimiento arqueológico convertido en parque temático. Cerrado a cal y canto porque ninguna empresa se atreve con los 400.000 laureles de fianza que exige el concurso para la adjudicación del servicio, que siempre queda desierto. Con el bar cerrado, buscamos la sombra de unos chopos y dimos cuenta del almuerzo siendo ya las 10:30: mucho más tarde de lo que habíamos planificado.
Peñon sur del Tolmo de Minateda.
Siguiendo la Rambla de Minateda.
Seguimos 8 km por el margen derecho del canal de la Rambla de Minateda y tras cruzar las vías del tren por un paso a nivel sin barreras y con obstáculos (para lo que algunos antes se santiguaron) el camino tira otra vez hacia arriba acercándose a la segunda estación: el Volcán de Cancarix.
El camino se adentra en el pinar y continúa por una senda. Es un recorrido geológico señalizado y ciclable casi en su totalidad con tramos realmente duros. Por suerte abundan los paneles informativos, así que no faltan las excusas para parar de cuando en cuando a leer y a recuperar el aliento, disimulando la flojera de piernas que llevamos después de 64 km. El Pitón es un domo volcánico de 7 millones de años descubierto por la erosión. Se aprecian claramente las formaciones de columnas de roca volcánica cuyo color negruzco está en todas partes. El lugar está declarado monumento natural y, en bici o a pie, es un lugar digno de visitar. La senda continúa en bajada con algún tramo complicado y sigue por un camino abandonado que al salir del monte alguien acababa de labrar, obligándonos a la penitencia adicional de cargar con la bici a cuestas hundidos los pies en la tierra polvorienta.
Aprendiendo geología.
El Pitón Volcánico de Cancarix.
 Salimos del paraje y cruzamos de nuevo al autovía A-30 y paramos en una gasolinera a la entrada de Cancarix a colocar una cámara para reparar definitivamente otro pinchazo. Emprendemos, ahora sí, el camino de vuelta. Ya son las 12:15 y nos quedan 55 km para volver.
El camino es otra vez en subida y el poco viento que hay nos da de lado y no empuja. Atravesamos una selecta urbanización ocupada en su mayoría por políticos jubilados y europarlamentarios en activo. Nos preguntamos como son capaces de veranear allí, pues la olor a gorrino se hace insoportable. Nosotros apretamos el ritmo para abandonar pronto la zona y llegamos a la plataforma del desmantelado tren minero de La Celia, que unía sus minas con la estación de Hellín cuando en aquellas se explotaba un mineral llamado apatito utilizado para la producción de abonos fosfatados. Antes de las minas otro paisano labró el camino y su consecuencia fue otra penitencia extra. Y fue en ellas donde Pepe se pasó por alto la excursión a las minas y siguió la ruta por carretera no volviéndolo a ver en toda la mañana.
Minas de apatito de La Celia.
Pasada la tercera estación de nuestra ruta, los seis supervivientes seguimos el plan trazado, suprimiendo, por adelantar tiempo, un par de desvíos desde la carretera RM-428 aprovechando que el tráfico era casi nulo.
Hubo que superar un antepenúltimo ostáculo, camino del Barranco Martínez, que tuvo su recompensa en un tramo de senda inesperado.
Fuente publica en La Alquería.
Se cruza ahora las carretera de Albatana y Ontur y después la de Fuente Álamo antes de llegar a La Alquería; penúltimo avituallamiento en la fuente del pueblo y encaramos, como diría un comentarista, la última dificultad montañosa (y van nosecuántas) del día. Por el Camino de Los Charquillos vamos ganando altura a la vez que algunos perdemos fuelle. Hasta llegar a la Anchura, donde Paco se escapó definitivamente y no paró hasta el pueblo, saltándose por sus prisas el último avituallamiento. Esta vez unas cervezas frías que Manolo nos tenía preparadas en su campo, a la sombra de las moreras con las que siendo las tres de la tarde, con un sol de justicia, dimos por acabada la ruta. Con los kilómetros finales y la travesía por las calles de Yecla completamos los 122 km y 1400 m de desnivel, llegando a casa a las cuatro de la tarde, con una media en movimiento de 19 km/h y casi hora y media detenidos por imprevistos y averías.

Final feliz.
Dentro de unos días, el track depurado.


4 comentarios :

Diego dijo...

Una vez más, y van no sé cuantas, hay que felicitar a Juan Ramón, artífice del recorrido, porque la penitencia de este año ha superado en mucho la del pasado, y no solo en dureza, que también. Me sorprendió gratamente la belleza de los paisajes: sobre todo en la zona de la Sierra de Enmedio, el Acebuchal y el Volcán de Cancarix. También la gran variedad de terrenos, aun siendo una salida eminentemente pistera, hubo de todo: caminos rotos, sendas, bancales, ramblas, ribazos, asfalto…Disfruté de la larga senda del Barranco del Pocico de la Rá. Sufrí gozosamente, que a eso íbamos, la senda de subida al volcán y los varios bancales que tuvimos que atravesar, donde las ruedas se clavaban más de 20 centímetros en la tierra; también es de especial recuerdo la subida del collado del Barranco de Martínez, ya con 92 kilómetros en las piernas y un calor propio del mes de julio. En fin un recorrido muy variado, con terrenos para todos los gustos, y que por su belleza y dureza habrá que repetir.
Y como colofón a tan extraordinaria ruta, agradecer a Manolo y familia el refrigerio con el que nos obsequiaron al final de la misma, aunque era Viernes Santo y no Sábado de Gloria, las cervezas nos supieron a gloria bendita.

ANDY dijo...

¡Uf, Penitentes que sois unos penitentes! Menos mal que no me fuí. Me he cansado solo de leerlo.

Jose dijo...

Estupenda crónica,estupenda ruta,y estupenda compañía.No se pude pedir mas para un viernes santo de penitencia. Una vez mas el departamento I+D de Chir-liebre da sus frutos satisfactoriamente,y nos deleita con un rutón a la altura del CLUB BTT LAS LIEBRES.
También dar las gracias a Manolo,por el refrigerio que nos tenia preparado en su campo.

Anónimo dijo...

Buenísima ruta, aunque dura por los kilómetros, pero sin duda perfectamente organizada, en la que tuvimos de todo pistas con estupendos paisajes, sendas y turismo visitando diferentes puntos de interés perfectamente enlazados, agradecer a Juan Ramón el trabajo de preparar esta ruta y su extraordinaria crónica.