Las nocturnas de los martes están teniendo una elevada aceptación tal y como se aprecia en las fotos. Anoche hicimos el tramo final de la Vuelta al Término. Para enlazar con la ruta recorrimos Los Quiñones, La Vereda de los Serranos, el Estrecho Porra, La Traviesa de Granada y diversos caminos que nos llevaron hasta El Portichuelo.
La idea era llegar a La Bronquina para seguir la huella de La Vuelta. Pero ante el descontento general por el recorrido tan soso que llevábamos hecho, cruzamos y nos metimos de lleno en una emboscada con denominación de origen entre las casas del Portichuelo (el susto que se llevarían sus habitantes) hasta el Collado del Mojón Blanco pasando por la bodega de la Sierra Salinas.
La cosa empezó malamente porque acaban de labrar y arrancar unos almendroleros justo al inicio y nos metimos casi de lleno en la rambla. Blincando el ribazo retomamos la vía correcta. Por poco tiempo pues no habían pasado ni cinco minutos y de nuevo estábamos enfangados entre unas atochas enormes buscando otra vez la ruta. Finalmente enderezamos el rumbo que nos llevó a un olivar sin labrar más o menos ciclable (¿para qué si no las 29"?). La noche nos escupió a la carretera durante unos 200 metros y nos volvimos a adentrar junto a la bodega de la Sierra de Salinas por la falda del Serratejo. Hasta que se acabó el camino y pedaleamos por la orilla de unos yermos llegamos a un bancal de almendros que linda con el track de La Vuelta. El GPS se puso a pitar de alegría cuando reconoció el sitio. Ramón también.
Tomamos algo de comer y nos hicimos las fotos. Arrancamos de nuevo para bajar la senda del collado de las abejas (queda bautizado este collado) que se inicia bajando una trialera bastante empinada para seguir por una senda a media ladera, digamos que traicionera, y terminando con una parte final llana y tranquila. Al camino que sigue a la izquierda las profundas roderas lo hacen más peligroso que un campo de minas. Pero al final la ruta vuelve a ser "de personas" y las liebres se desfogan por los caminos de La Bronquina.
Con tan disparatada ruta no fue de extrañar que al llegar a la Argandoña se produjese la desbandada general. Al punto que Diego y yo quedamos conduciendo al alimón una cuádriga tirada por cuatro briosas Liebres-Corceles, a saber, Paco y Pepe Sánchez, Fran y Miguel Lucas. Casa del Cónsul, Cabezuelas y Vía Verde, y por poco no consiguieron alcanzar a los que atajaron, pues antes de las doce estábamos entrando a Yecla con 45 km en las piernas.
Mañana jueves, más, pero menos ajetreado (espero).
Fotos: Manolo Lidó. Texto: Juan Ramón.
1 comentario :
No creo que el final de la Vuelta al Término lo hagamos a la velocidad que lo hicimos anoche.
No es que fuéramos deprisa, no… es que, como se diría en el argot político actual, las cuatro briosas liebres que tiraban de nosotros “contribuían a implementar una aceleración sostenida para acortar el espacio-tiempo de nuestro tránsito al objetivo”.
Mañana más.
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