Las vacaciones 2025 han sido, un año más, el pretexto para buscar nuevas tierras y senderos que recorrer con nuestras ebikes. Tras Aneto y Ribadesella, la aldea cántabra de Suano, cerca de Reinosa, ha sido el destino elegido para la salida veraniega de Las Liebres. Todo ello ha propiciado que durante casi una semana, además del lobo ibérico y el oso pardo cántabro, se hayan podido avistar, en la Sierra de Híjar y en el Parque Natural Saja-Besaya, varios ejemplares de Liebre Tudanca. Lepórido sobre ruedas de 2.6#, orejas cortas que no asoman del casco y en ocasiones con protecciones de rodilla o codos. Aunque gusta salirse de las pistas y los caminos marcados, en descensos imposibles inaccesibles al Seprona, se desenvuelve con igual soltura en cualquier tipo de terreno, siempre y cuando quede batería y el calor no se vuelva insoportable.
El primer avistamiento de la especie se produjo el domingo 17 de agosto. Partiendo de su alojamiento en la aldea de Suano, a temprana hora parten en dirección a Izara para acceder al Monte Mayor y su hayedo, recorriendo la ladera en dirección a Peña Labra mientras se atraviesan las cuencas de Vitor y Bucer, con sus circos glaciares poblados de vacas y caballos. Tomando el Camino de la Guerra, pedregal inacabable e inmenso, paralelo a la Sierra, se alcanza el límite con Castilla-Léon desde el que se accede a Valdecebollas, monte a 2142 m que se gana con no poco esfuerzo y unos metros, pocos, de porteo por escalones rocosos imposibles.
Tras almorzar y disfrutar las vistas se desciende la portalera rocosa, unos a pie, otros sobre ruedas, y se enfila la bajada por los prados y las trochas de las vacas hasta un aprisco de ganado que nos sirve de punto de reunión, tras bajar cada uno por donde su intuición o su pericia le daba a entender. Aquí intentamos seguir la ruta por un sendero desaparecido, teniendo que deshacer lo andado bajando por donde lo hacen las vacas cuando llega el invierno.
Perdiendo altura por la pista, los prados dejan sitio al hayedo y la sombra del camino hace más llevadero el implacable calor, inusual en esas tierras, que llegaría a los 37 grados ese día. De modo que tras descender un sendero marcado como PR en dirección a Mazandrero, decidimos, en un atisbo de sensatez, abortar la ruta y volver a casa. Dejamos en el tintero la última subida y bajada por el Hayedo de Monte Mayor para otra ocasión.
El lunes 18 de agosto nadie en el Parque Natural Saja-Besaya pudo ver a la Liebre Tudanca. La niebla y la llovizna lo llenaban todo, por lo que la visibilidad era prácticamente nula. Solo la línea del GPS nos daba la tranquilidad de saber que no estábamos perdidos incapaces de distinguir el norte del sur.
Tras unos kilómetros de acercamiento por carretera, tomamos la pista que une la CA-280 con el Alto de la Cruz de Fuentes, descartando parte de la ruta prevista en un principio. Metidos en la niebla recorremos, altos y brañas, prados y veredas, sin más compañía que las vacas y los caballos que allí viven en aparente libertad, lamentándonos de las vistas que, metidos entre las nubes, apenas alcanzar a distinguir a quien llevas delante.
Librándonos del barro por pocos palmos, llegamos a la Braña de Lodar; comienzo de uno de los senderos más espectaculares de la temporada. Apenas transitado, a la vista de lo crecida que estaba la yerba, la senda se adentra en un bosque de hayas abriéndose paso sobre el colchón de hojas secas bajo las hayas y la yerba, helechos y zarzas que poblaban los claros. A pesar de no llover, bajo las hayas, el goteo del agua que sus hojas roban a la niebla hacen que lleguemos calados al final de la senda. No si antes tener que cruzar el río a riesgo de cortocircuitar nuestras monturas, como colofón de un inolvidable, espectacular e indescriptible recorrido que, estoy seguro, ninguno de nosotros va a olvidar.
Perseguidos por la lluvia, que no nos pudo alcanzar, la pista nos devuelve, a través del espléndido bosque de hayas, al alto del que veníamos. Llegados al alto, solo resta encaminarnos de vuelta a Suano, no sin antes visitar en Fontibre el Nacimiento del Ebro, y la cantina que preside el lugar.
El martes 19 toca otra incursión en el Parque Natural. Nos desplazamos en coche hasta la aldea de Ruente para iniciar una ruta titulada Sendas de Ucieda.
Por pistas balizadas para los 10000 del Soplao vamos tomando altura en busca del Collado de Barcenilla donde se inicia el primer descenso por una senda que, devorada por la naturaleza, nadie pudo encontrar. No obstante, algunas liebres, Tudancas de pedigrí, consiguieron abrirse paso entre los helechos y encontrar, no la senda buscada, que al parecer sucumbió a un incendio, sino las huellas del cadenas que subió para intentarlo apagar, consiguiendo al menos que el esfuerzo de subir no resultase en vano.
Volviendo a las pistas balizadas, llegamos donde solo quedan las que guían los 10000 del Soplao, pero a pie. Caminos perdidos al pie de la Esprilla, con tremendos repechos que agotan el par de nuestros motores. Acabando en la última loma, el descenso por el prado se promete feliz. Pero más adelante llegamos al punto en que las vacas se olvidaron de mantener abierto el paso y optamos por desistir. Deshaciendo lo hecho, no sin gran desgaste eléctrico y muscular, pues todo no era bastante para remontar la empinada senda entre el pasto sin descabalgar.
Tras almorzar y debatir, seguimos la linde, la linde se acaba y nosotros seguimos en suave ascensión por el planchado camino que discurre junto al rio Bayones, por un bucólico paraje lleno de verdes prados entre sombríos bosques de hayas y robles. El lugar perfecto para detenerse a descansar. Tiempo habrá. Ahora toca retomar la ruta en busca del paraje del Andinoso, donde se inicia una senda larga, variada y espectacular. Senda prohibida a las bicis, ignoro el motivo, puesto que, excepto un par de pasos muy delicados a pie, el resto se hizo con más o menos dificultad. Cada uno encontró sus tramos donde padecer y disfrutar, pues el recorrido tiene de todo, trialeras, boleras, pedregales, sendas fáciles, resbaladizas, raíces, troncos, ruinas, prados, sembrados y senderistas. No se puede pedir más.
Llegados de nuevo a la pista, la lluvia y la hora dan el pistoletazo de salida para la desbandada camino de los coches, dejando para otro día la última excursión inicialmente prevista.
El jueves 21 las Liebres Tudancas fueron vistas por última vez en el pueblo de Bárcena Mayor. Llegados a su aparcamiento, un par de contratiempos impidieron el normal desarrollo de la etapa. Mi batería mal cargada me obligó a recortar muy mucho la ruta, y Marcos tuvo que hacerla en chanclas. Aún así, me cuentan que tampoco nadie pudo seguir su rueda en las bajadas.
De Bárcena a Los Tojos se recorre un PR cuya dificultad es extrema. Pero que tomándolo a primera hora, sin transeúntes y con prudencia, es la mejor alternativa al asfalto de la carretera.
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| ¿A dónde dices que vas, pisapedales de pacotilla? |
Llegados a Los Tojos, se sigue la carretera hasta que finaliza, dando paso a un camino de bueyes, empedrado y resbaladizo, que desciende a la aldea de Saja, que toma su nombre del rio (o al revés, no se sabe), del que a su vez lo toma en parte el Parque Natural Saja-Besaya. Desde aquí, dos nos volvemos al coche y el resto continúa el ascenso por pistas en buen estado, siguiendo el GR 71 hasta el refugio de Ozcaba y el alto de Cruz de Fuetes, el mismo del segundo día. Tras llanear, tampoco mucho, por pistas y prados, llega el descenso fnal, de máxima dificultad según me cuentan, con abundates y abultadas piedras de geometrías diversas y variadas. Atravesando prados y pedregales llegan al pintoresco pueblo de partida a buena hora, sanos, salvo y enteros, sin que nadie haya perdido el control de la bici ni las chanclas en el intento.
Saciada su sed, quedaba reponer los estómagos. Sabido es que la liebre ingiere cualquier cosa que se le pone delante. En este caso fueron las alubias, los entrecotes y los chuletones del restaurante El Puente. En un entorno inmejorable donde saciar el apetito resultante de la ruta del día.
Otra experiencia más que contar. Una tierra por descubrir esas Sierras Cantábricas, donde no todo está vetado para la BTT, salvo el campo a través y algunos senderos. Aunque visto lo disfrutado, merecería la pena pagar la multa con tal de no perdérselos.
Añado los tracks para quien los quiera curiosear. Advierto que son los que monté para la planificación, e incluyen los tramos que nos saltamos o que no se pudieron ciclar.
Gracias a los donantes de la imágenes, casi todos anónimos.










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