domingo, 9 de noviembre de 2014

Paliza en Pinoso

Está demostrado que, en asuntos de la BTT,  Pinoso nunca defrauda. La ruta que se va a relatar condensa en algo más de 30 km lo mejor del Cabezo de la Sal y el Monte del Coto. Se suceden subidas duras, ásperas, repentinas, de las que te exigen todo y más tarde te pasan la factura, con descensos por sendas y ramblas para todos los gustos ,algunas de gran dificultad técnica y física. Para disfrutarla se ha de pagar el peaje de la ida, y sobre todo el de la vuelta, que añaden a la técnica y la física la dificultad mental: esa que te hace preguntarte en repetidas ocasiones qué tornillo se te ha aflojado para estar haciendo una cosa así ,¡y además disfrutándolo!.  

El pasado sábado, una vez más, un nutrido grupo de Liebres se dio un buen madrugón para no perderse otra de nuestras salidas mensuales de largo recorrido. Hay que reconocer que con gente así de dispuesta da gusto preparar rutas. Gente que además parece que nunca tiene bastante. Cuanto más exigente es la salida, crecen la aceptación y la participación. Solo así se entiende que a las 7:40 los quince participantes en la ruta estuviésemos camino de Pinoso como quien va a la guerra: temeroso de lo que va a encontrar pero seguro de que volverá. No siendo así no irían.
De Yecla a Pinoso fuimos por los caminos que se sitúan a la izquierda de la carretera por parajes yeclanos de sobra conocidos. Por el Camino de Abanilla cruzamos Los Quiñones, El Llano, La Hoya del Mollidar y llegamos a la Sierra de Salinas. El faldeo de ésta última es la dificultad más notable del trayecto de ida.
Ya frente al Cabezo de la Sal, un par de repechos secos y duros nos hacen despertar del letargo y la monotonía de la aproximación. A las 9:02 llevamos 25 km y estamos al pie del Cabezo. Nos despojamos de la ropa de abrigo y encaramos la subida por los caminos y sendas característicos de estos montes, como nuestro Colorado, en los que abunda el yeso, que los hace compactos y "fáciles" de trepar. Con una primera senda en subida terminamos de entrar en calor. Le sigue una fantástica bajada por la cara norte que se continúa por el margen de los últimos cultivos y termina por salir en busca de los caminos que nos llevan a Las Encebras. Fue a las afueras del caserío, en una zona de picnic, donde paramos a almorzar, reponiendo las fuerzas que pronto nos iban a faltar.
 

Llegando al centro de las Encebras, sale un camino entre las casas a mano derecha que visto de frente impone. Sucesivos repechos y descansos te dan la moral para tirar hacia arriba sobre un terreno empedrado y lleno de regueros. Uno de esos caminos muy cojonudamente malos que tanto le gustan a Las Liebres. Se llega a los últimos almendros y una senda se abre a la izquierda. Sigue la subida, ahora sin descanso, y que eleva el tono según se acerca su final en el camino de ascensión al Monte del Coto, donde sigue la pelea sobre un terreno en el que el mínimo fallo supone echar pie a tierra en un terreno en el que cuesta retomar la marcha.
Alcanzamos el primer alto desde el que divisamos a derecha la zona de Tres Fuentes y al frente la cresta montañosa que nos esperaba para llegar al Pino de la Farola. El camino se convierte en poco más que la huella de un cadenas. Viene un tramo de obligado porteo, pero las vistas a ambos lados son majestuosas. Alcanzado el primer cerro se suceden tramos de bajada y subida que conjugan belleza y dureza a partes iguales. Al final se alcanza la pista de nuevo y todos coincidimos en que ha merecido la pena.
Iniciamos el descenso por un atajo, peligroso por el agua caída, que acorta un par de curvas de la pista que lleva al área de recreo de Tres Fuentes y que nosotros abandonamos a izquierda en busca de la senda de la Gal.lera, un entretenido, bonito y ancho sendero que acaba en el área de recreo.
La bajada sigue unos metros por el camino asfaltado que pronto dejamos por la izquierda para entrar en la Rambla de la Tres Fuentes. El principio se encontraba más peligroso y erosionado que otras veces y la rocas mojadas aconsejan prudencia. Más adelante el cauce se ensancha y el fondo gravoso se recorre sin dificultad.
Tras casi 3 km de rambla la abandonamos para afrontar la última subida "fuerte" del día: de nuevo el Cabezo de la Sal, ahora casi hasta arriba del todo. Una subida rota y exigente en la que se echa en falta la piedra suelta pare echar el pie a tierra sin quedar mal: con un terreno así de compacto no valen las excusas, si no subes es porque no puedes.
Llegados arriba solo queda la traca final. Otro sendero en descenso, largo, con pendiente, y un par de curvas que se asoman peligrosamente al balcón de la rambla que discurre a nuestra izquierda.
Acaba la senda y la diversión. Llegamos a Pinoso. Mientras unos reponemos aire y agua tres miembros de la expedición se suben sin despedirse al coche escoba que los esperaba y traería cómodamente a Yecla. La junta directiva estudiará mañana si esta descortesía hacia los compañeros de irse sin avisar vulnera los estatutos del Club y se adoptan medidas disciplinarias. Visto el revuelo creado, los infractores no se irán de rositas, así que ya pueden ir ahorrando para pagarse unas carretillas de litronas estilo ciezano a la vuelta de la ruta del próximo sábado.
La vuelta a Yecla se hizo por Raspay, a buen ritmo, ya sin el lastre de los que se subieron al furgón en Pinoso. Por cierto, que parece mentira lo alto que está Raspay, que se hincha uno de subir y subir sin un momento para respirar.
Nadie se descalabró esa vez en el portillo de El Serral, y por el Camino de Abanilla, ahora en sentido inverso, llegamos a Yecla, siendo las 14:12, con el tiempo justo de tomarnos unas gordas a nuestra salud y a la de todos los demás que no se pudieron quedar.

Datos de la ruta:

1 comentario :

Anónimo dijo...

Efectivamente, menos mal que nos quitamos lastre en Pinoso, si no no llegamos.